“Imagínese la indignación resultante si los conductores abandonaran sus automóviles en las calles de la ciudad al quedarse sin combustible”, plantea la revista New Scientist. Algo parecido está sucediendo con los satélites que ya no se usan, lo que aumenta el riesgo de que las naves espaciales más nuevas choquen con la chatarra en órbita. Se calcula que cerca de la órbita geoestacionaria —la posición preferida para los satélites de comunicaciones— hay unos mil ciento veinte objetos de más de 60 centímetros [20 pulgadas] de ancho, de los cuales solo 300 siguen en funcionamiento. Entre los materiales peligrosos abandonados en órbita a diferentes altitudes se encuentran 32 reactores nucleares inactivos.
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